Escuela de Comunicación Social
Universidad del Valle

Cali no es la sucursal del cielo

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Los habitantes de la ciudad se enfrentan a toda clase de delitos desde hace años, pero el pánico parece haber aumentado gracias a las redes sociales que diariamente muestran los videos captados por cámaras de seguridad: en Cali nadie está exento de ser víctima de hurto, ataques sexuales e incluso asesinato. Eso dicen las redes sociales. Por más que la fuerza pública vigile las calles y patrulle constantemente frente a las casas y negocios brindando una falsa sensación de tranquilidad, esta situación está lejos de terminar.


Por: Juan Pablo Laguna y Jennifer Castaño

Editado por: Julián Gonzáez

9 de octubre de 2021

¿Cómo se siente un disparo?

Al principio no hay dolor. Los nervios de la zona fulminada se queman ante el calor del impacto. Lo primero que se siente es un líquido que baja por la piel y comienza a humedecer la ropa, como si el agua completa del organismo se escapara por el orificio de entrada. La bala se abre paso por el cuerpo y rompe todo tipo de fibras musculares, desgarra tejidos, quiebra huesos y agujerea los vasos sanguíneos. Pasado un instante,  ahora sí viene el dolor: la quemazón domina los sentidos y el ardor comienza a intensificarse cuando el cuerpo recobra la conciencia y los nervios  próximos a la herida se activan.

En algunos casos, la herida se anticipa al eco de la explosión. La velocidad de algunos proyectiles es mayor a la velocidad del sonido. Algunos se mueven a 500 o 1000 metros por segundo. Para entonces, el cuerpo ha comenzado a desangrarse, aunque el sonido del estallido aún no se escuche. Una fracción de segundo después de la herida se oye el disparo. La señal que alerta a los ciudadanos no se ha manifestado cuando el herido ya lleva algunos milisegundos pidiendo ayuda.

El tiempo para salvarse es poco y la inseguridad en Cali es mucha.

Los habitantes de la ciudad se enfrentan a toda clase de delitos desde hace años, pero el pánico parece haber aumentado gracias a las redes sociales que diariamente muestran los videos captados por cámaras de seguridad: en Cali nadie está exento de ser víctima de hurto, ataques sexuales e incluso asesinato. Eso dicen las redes sociales. Por más que la fuerza pública vigile las calles y patrulle constantemente frente a las casas y negocios brindando una falsa sensación de tranquilidad, esta situación está lejos de terminar. Los políticos y medios de comunicación promueven la idea de que la seguridad en Cali, y en todo el país, depende de la ampliación de la cobertura policial y de medidas que restrinjan la movilidad. Pero estas medidas no combaten el verdadero origen de la inseguridad y la delincuencia, lo que deriva en un círculo vicioso. Nunca hay suficiente pie de fuerza en las calles para resolver un problema que no depende del pie de fuerza. Entonces los ciudadanos se quejan de la poca disposición de los entes gubernamentales para atacar un problema mal diagnosticado. Se combate con paños de agua tibia. Se atacan los síntomas, no la enfermedad.

¿El aumento del pie de fuerza es la solución? ¿Controlar la movilidad reduce la inseguridad? Las cárceles son los lugares de las ciudades con mayor vigilancia, restricciones a la movilidad, control del tráfico y del ingreso y salida de personas, y sin embargo en ellas abundan el robo, el asesinato, la extorsión y el delito. ¿El problema es la falta de cámaras de vigilancia, policías, control sobre la movilidad? Definitivamente, no. En las cárceles los delincuentes saben eludirlos. ¿Entonces, por qué creemos que lo que no funciona en las cárceles va a funcionar en las ciudades?

¿Sosiego?

Tan solo durante la pandemia de la Covid-19 del 2020, en la que se impuso una cuarentena obligatoria de algunas semanas en todo el territorio nacional, la ciudad logró un poco de  respiro. Como el sosiego ambiental de las ciudades industriales en las que de pronto florecieron en las calles zorros, patos salvajes y jabalíes, la seguridad en Cali parece haberse tomado una bocanada fresca de  aire del Amazonas, y encerrados en sus casas los caleños por fin tuvieron un poco de paz. ¿El confinamiento generalizado acabó con los delitos?

En efecto, los delitos disminuyeron. Pero… ¿fue suficiente?

En esta investigación se analizan las cifras encontradas en la base de datos de la Policía Nacional respecto a delitos sexuales, homicidios, hurto a comercio, hurto a personas, residencias, automotores y motocicletas durante enero y junio del 2019, 2020 y 2021 en Cali, teniendo en cuenta la pre pandemia, pandemia y post pandemia. Tras comparar fuentes y las bases de datos, se identifica cuánto aumentó o disminuyó cada uno de los delitos en los años mencionados, qué armas se utilizaron, qué días hubo mayor criminalidad y cuáles las zonas más peligrosas de la ciudad.

Vístete con decencia y nada te pasará

Son diarias las publicaciones de mujeres que en redes sociales denuncian casos de abuso sexual de los que son víctimas ellas, sus amigas, familiares y conocidas. ¡SOS! Le dije que me avisara al llegar a casa y nunca respondió, se puede leer en Facebook e Instagram. Allí se multiplican este tipo de mensajes a la velocidad del rayo, mientras la respuesta de la justicia es lenta y mínima. Los abusadores siguen transitando la ciudad con tranquilidad y las mujeres (principales víctimas de estos delitos) temen salir a las calles. Prefieren caminar en medio de una carretera a tomar un taxi o pedir un carro a través de plataformas de transporte, pues la cantidad de denuncias y rumores sobre este tipo de aplicaciones y vehículos no cesan: ¡nunca se sabe qué puede pasar! Y subirse al transporte público no es menos preocupante: no faltan quienes  aprovechan el tumulto para  toquetearlas.

Algunos individuos se atreven a justificar a los perpetradores y sus acciones. Todo se debe a  la provocación que, según ellos, generan las víctimas con sus atuendos. Eso les pasa por vestirse como se visten.

¿Cómo luchar no sólo contra la inseguridad, sino también contra este tipo de prejuicios que alientan la violencia sexual contra las mujeres y espacio público claramente tóxico para ellas?

Si el acoso y las violencias sexuales se viven a plena luz del día, en una ciudad repleta de gente, poblada de cámaras de vigilancia y de teléfonos móviles que filman delitos,  ¿qué ocurre en las zonas rurales aledañas, en los caminitos veredales, en las áreas descampadas y solitarias, en las afueras de la ciudad? .

Miércoles 14 de agosto del 2019

Dos mujeres fueron violadas mientras realizaban deporte en los cerros occidentales de Cali. Hacia las diez de la mañana, las víctimas tomaron una vía alterna: un trayecto mucho más largo y solitario. Ascendiendo al cerro de las Tres Cruces se toparon con un sujeto armado con machete. Alias “Santiaguito”, de 18 años, las amenazó con el arma cortopunzante para que  entregaran sus objetos de valor. No fue suficiente: abusó sexualmente de ellas. No hubo gritos ni señales de alerta, nadie acudió en su ayuda, en el lugar no había otros senderistas y la policía no estaba en la zona. El criminal no se preocupó, actuó sin prisa y, amenazando con el filo de su machete, realizó su cometido.

Entre enero y junio de 2019, se reportaron 940 casos de violencia sexual. 802 víctimas fueron mujeres y 138 hombres. Según la base de datos de la Policía, para el 2020 entre enero y junio, en plena pandemia, se observa una disminución del 30.85g% en delitos sexuales respecto al 2019. Un tercio parece una cifra importante, pero nótese que la ciudad entera estaba confinada. Entidades como Sisma Mujer afirman que puede existir un subregistro en las denuncias de acoso y violencia sexual presentadas durante la pandemia dadas las barreras de movilidad del aislamiento preventivo, lo que implica un menor número de casos registrados respecto a los reales. Adicionalmente, un porcentaje importante de la violencia y delitos sexuales ocurren en casa y en los espacios domésticos y familiares, y no necesariamente en la vía pública. Los hogares no son seguros para millones de niñas y mujeres. ONU Mujer reportó que con el brote de COVID-19 se  intensificaron todos los tipos de violencia doméstica, que no suele denunciarse.

Un año después, entre enero y junio del 2021 se registraron 599 casos de violencia sexual; un incremento del 8.71% frente al 2020, año del confinamiento. 48 casos más que durante la pandemia. El monstruo volvió a despertarse. Volvieron los delitos sexuales de la pre-pandemia: acceso carnal violento, acto sexual violento o actos sexuales contra menores de 14 años (ver figura 1).

Figura 1. Delitos sexuales. Ilustración por Juan Pablo Laguna

¿Pólvora o bala?

En Cali, es posible escuchar fuegos artificiales y pólvora a mediados de año. Entonces no es raro que al oír  una explosión, los transeúntes crean que el tumbarrachos de diciembre pasado se había quedado bajo la cama y alguien decidió no desperdiciarlo. Entonces esa persona decide meterle ruido a la alegría, y lo enciende en  mitad de la calle. Los vecinos y transeúntes se sobresaltan porque no saben si el estallido es pólvora o bala. Luego de dos segundos de duda, retoman su camino. Pero… fueron dos, tres, varias balas las que explotaron a pocas cuadras. No pólvora decembrina, en abril. Un cuerpo caído se desangra frente a una vivienda.

El 30 de abril de 2019, una mujer se dirigió a una reunión de amigos en compañía de un hombre en el barrio Ciudad Córdoba, al oriente de la ciudad. Pasados algunos minutos, la mujer salió del lugar del festejo en compañía de otro hombre. El primero tuvo un ataque de celos, sacó un arma y disparó dos, tres, varias veces sobre el acompañante de la mujer.

¿Huele a pólvora?

La vida de un joven de 26 años comienza a escapársele por el pómulo derecho, luego del ataque con un arma de fuego del amigo celoso. Los presentes intentan auxiliar al herido, pero ante la gravedad de los disparos la única esperanza es que la ayuda médica no tarde. Mientras tanto, los curiosos se amontonan frente al cuerpo, fisgoneando los muertos a bala y cuchillo de una ciudad habituada a los homicidios.

Marvin no alcanzó a llegar al Hospital Carlos Holmes Trujillo. Su vida terminó en el andén en que le dispararon, el mismo por el que los transeúntes volvieron a caminar al llegar la mañana siguiente. Ya no había rastros visibles de sangre o muerte en la calle. Todo parecía normal.

Casi 30 mil personas han muerto en Cali de forma violenta entre 2001 y 2022. Y aunque la tasa de homicidios ha disminuido en los últimos años, sigue siendo desalentadora. Es cierto que no vemos al día siguiente los rastros de sangre y muerte en las calles y andenes, la estela roja de la Parca, pero allí está esa herida abierta que nos atraviesa de cabo a rabo como ciudad. 30 mil muertos en una ciudad de 2.2 millones de habitantes es lo más parecido al horror.

Figura 2. Tasa de homicidios. Ilustración por Juan Pablo Laguna

En una ceremonia de ascenso póstumo de los 22 cadetes de la Policía asesinados en un atentado del ELN, en enero de 2019, el expresidente Iván Duque expresó que ese año se reportó una de las tasas de homicidio más bajas desde 1974. Sin embargo, ¿por qué una tasa baja habría de generar tranquilidad? En 2019, en Cali se registraron 537 homicidios entre enero y junio.

Para el 2020, primer año de la pandemia, las cifras de homicidio en Cali disminuyeron un 12.1% entre enero y junio con 479 casos. Sin embargo, para la FIP (Fundación Ideas para la Paz) resulta sospechoso que en cuarentena estricta y con tan pocas actividades económicas permitidas, los casos hayan disminuido tan poco. Además, invitó a identificar realmente cuánto de esas cifras pertenece a homicidios por intolerancia o incidental y qué porcentaje responde a delincuencia organizada.

Para el primer semestre del 2021 se presentó un incremento del 30% de la violencia homicida en comparación con el 2020; se reportaron 646 casos entre enero y junio. Con la reactivación de la vida social y económica, la muerte en Cali volvió a plenitud a las calles, recuperando las cifras previas al encierro: 646 casos durante el primer semestre del 2021 y un promedio de 107 por mes. La muerte violenta anunciaba su regreso (ver figura 2). Al reactivar la movilidad, la parca armada volvió a sus andanzas, y todo retornó a la normalidad para Cali, una ciudad acostumbrada a levantarse con el reporte de homicidios diario entregado por páginas locales de noticias y las redes sociales. Notas como la siguiente pueden leerse todos los días en Instagram:

Ayer en Cali ocurrieron tres casos de homicidios. Salomia: hombre de 32 años por arma de fuego. Comuneros: hombre de 22 años por arma de fuego. El Guabal: Hombre de 19 años por arma de fuego.

 ¡Abrí la caja y pasame la plata, ya!

Al igual que los homicidios, el hurto a comercios ha sido un dolor de cabeza en la capital del Valle. Entre enero y junio del 2019 se reportaron 1.927 casos de hurto a negocios, utilizando principalmente el arma de fuego para intimidar a las víctimas. Al comparar las cifras se aprecia una disminución del 0.62% entre el 2019 y 2020 con 1.911 casos entre enero y junio. Para el 2021, el hurto a comercios se incrementó nuevamente en un 2.92% con 1.971 casos.

Cuando los negocios comienzan a cerrar, los comerciantes despliegan desde el techo de sus tiendas pesadas cortinas de hierro que, en teoría, han de proteger sus locales durante la noche. Algunos, incluso, refuerzan la seguridad con cadenas y grandes candados, cámaras  y alarmas que activan cuando se van a dormir. Sin embargo, en Cali el robo a establecimientos ocurre sobre todo en la jornada diurna y a plena luz. Según la base de datos de la Policía, para el 2021 la hora y día más probable de hurtos a comercio son las 11:00 am del día miércoles. Los negocios en zonas rurales de Cali son más vulnerables y están más expuestos a sufrir más robos.

Son constantes los videos de cámaras de seguridad en los que se aprecia el hurto: el modus operandi  común en la mayoría de los casos es el de un sujeto que se hace pasar por cliente, ingresa al establecimiento cuando hay poca afluencia. Se acerca al vendedor o vendedora y saca el arma desde su pantalón e intimida a la víctima para que le entregue todo el dinero. Algunos transeúntes ven lo que pasa, pero en una ciudad en la que te disparan sin ambages, ¿quién se atrevería a interponerse? Nadie con un poco de sentido común. Entonces el atracador se da el lujo de actuar con parsimonia, espera a que la víctima saque todo el producido del día y le entregue algunas cosas de valor. Luego sale del local como quien no quiere la cosa, y a la vuelta de la esquina le espera un cómplice en moto. Desaparecen.

Figura 3. Comercios. Ilustración por Juan Pablo Laguna

Dio papaya

En Cali diariamente surge una nueva modalidad de hurto. Los videos de una cámara de seguridad pública captan el instante en que una mujer llega en moto a su casa en el barrio Junín. Se queda parada durante algunos segundos frente a la fachada mientras espera a que alguien le abra la puerta. Mientras tanto, un sujeto desciende de un taxi a pocos metros; al hacerlo, el automotor arranca rápidamente y sale por el cuadro inferior de la escena. El hombre corre hacia la mujer, saca su pistola y cuando  tiene cerca a su víctima la amenaza con el arma: comienza a buscar en los bolsillos de la mujer, con violencia, mientras ella intenta defenderse sin perder la estabilidad de la moto. Cuando finalmente el asaltante logra hurtar las pertenencias de la mujer, un segundo sujeto llega en moto y lo recoge. Y huyen despreocupadamente.

Los vecinos que escucharon a la mujer salen de sus casas, pero los delincuentes ya están lo suficientemente lejos para hacer algo. ¿Cuánto dura un robo en Cali? Éste duró apenas 15 segundos.  Es decir, en el tiempo que usted ha tarde en leer este informe, se podrían realizar 200 asaltos.

Siloé, El Cortijo, Terrón Colorado y San Pedro se encuentran entre los barrios más peligrosos de la ciudad. De los 343 barrios de Cali, encabezan la lista y tienen las cifras más altas de hurto a personas. Para el 2019, entre enero y junio, la capital del Valle del Cauca registró un total de 9770 casos en este tipo de hurto. En 2020, para el mismo periodo, se redujo en un 38.11%, con 6047 casos registrados. El arma más utilizada fue el objeto cortopunzante.

Figura 4. Hurto a personas. Ilustración por Juan Pablo Laguna

En 2021, año de reactivación económica y el retorno a normalidad en el país, se observa un incremento del 36.32% en comparación con 2020. Entre enero y junio se cometieron 8243 hurtos a personas. El agresor se moviliza generalmente a pie o es pasajero de una motocicleta. Por su parte, lo usual es que la víctima se mueva a pie en la mayoría de los casos y sea intimidada con arma de fuego (ver figura 4).

¿Hay alguien en casa?

Durante el primer semestre del 2019, en Cali se presentaron 1240 hurtos a residencias. Para el año 2020 la ciudad vivió una notable disminución en este delito, presentando para los primeros 6 meses un total de 761 hurtos a residencias, lo que se traduce en una disminución del 38.63% con respecto al mismo periodo del año anterior. Abril, mes de la cuarentena estricta en el país, fue el periodo que presentó una mayor reducción en las cifras debido al confinamiento, que se convirtió en un obstáculo para los ladrones pues las casas no estaban jamás vacías (ver figura 5).

Figura 5. Hurto a residencias. Ilustración por Juan Pablo Laguna

Para el 2021 la tendencia se mantuvo a la baja; para los primeros 6 meses hubo una disminución del 4.2% respecto al 2020 (se cometieron 28 hurtos menos). Las cifras indican que el barrio más golpeado para este año fue el sector de Pance con 21 hurtos, seguido de Valle del Lilí con 19 y de Vipasa con 16, todos de estratos medios y altos.

Carro parqueado, carro robado

La pandemia también le dio un respiro al hurto de automotores. Para el 2019 fueron robados 1036 carros durante los primeros seis meses del año. Para el 2020, 697 hurtos de automotores,  una disminución del 32.72% comparada con las cifras del 2019. Una vez más el patrón se repite: abril fue el mes en el que hubo  menor cantidad de autos robados durante el periodo analizado: 31 robos durante el mes. Los carros parqueados frente a las fachadas de las casas o en los antejardines o garajes, estaban bajo control y vigilancia de los dueños durante la pandemia. Es necesario recordar entre marzo y abril del 2020  la cuarentena fue estricta en todo el territorio nacional.

Sin embargo, y como era de esperarse, las cifras volvieron a crecer tras la cuarentena . Entre enero y junio de 2021 se presentaron 785 hurtos a automotores (un aumento del 12.63% en relación con el 2020). Valle del Lilí encabezó la lista de barrios más con más robos de autos, con 19 casos, seguido de Ciudad Córdoba y Pance con 17 cada uno. La pregunta es: ¿a dónde van a parar los carros robados?

Figura 6. Modelos de autos más robados. Ilustración por Juan Pablo Laguna

El 31 de agosto del 2021, la Policía, en coordinación con la Fiscalía General de la Nación, logró capturar a la banda “Odisea”, integrada por 14 personas que se dedicaban al hurto de autos en la ciudad. Según el comandante de la Policía Metropolitana del momento, Juan Carlos León, la organización operaba principalmente en las comunas 2,17,19 y 22, en donde se concentraban en el robo de vehículos de alta gama que eran guardados en parqueaderos mientras los modificaban. Los carros eran enviados a Ecuador para ser comercializados luego de alterar sus placas.

La modalidad más usada para el robo de estos vehículos durante los tres años analizados fue el halado: el delincuente realiza una inspección previa del lugar en el que se encuentra el automotor asegurándose de que no haya personas transitando por la zona. En seguida, con ayuda de herramientas y sin empleo de la fuerza, logra abrir la puerta del conductor, enciende el vehículo alterando el sistema eléctrico y se lo lleva conduciéndolo con tranquilidad, como si fuera de su propiedad. Se trata de no llamar la atención. Entre las 9:00 am y 10:00 am se presentó la mayor cantidad de hurtos. 125 autos fueron hurtados a esas horas.

¿Un pique?

Durante el primer semestre del 2019 fueron hurtadas 1376 motocicletas de las calles de Cali. Las modalidades más usadas para robarlas son intimidación al conductor con arma de fuego mientras se moviliza y robo mientras la moto se encuentra parqueada, utilizando llave maestra (ver figura 7).

Figura 7. Armas usadas en el hurto a motocicletas. Ilustración por Juan Pablo Laguna

En los primeros seis meses del 2020 el hurto de motocicletas se redujo en un 12.65% respecto al año anterior Fueron robadas 1202 motos. Tal como abril fue un respiro para otros delitos, también lo fue para  el hurto de motocicletas. La cuarentena estricta ayudó a mitigar el robo de motos. En ese mes se robaron 76 motocicletas de las calles de Cali, cuando en tiempos normales se roban cerca de 100. Pero  los primeros seis meses del 2021, volvió la tormenta y hubo un notable aumento: entre 2020 y 2021 el hurto de motos creció un 25.62%.

El barrio con el mayor número de hurtos de  motocicletas durante el primer semestre del 2021 fue Ciudad Córdoba con 35 casos, seguido de Valle Grande con 29 y de Alfonso Bonilla Aragón con 28. Después aparecen Calimio Decepaz, La Nueva Floresta y Siete de agosto con 25, 23 y 20 casos respectivamente.

El comercio de vehículos robados es una de las preocupaciones de las autoridades. Una de las modalidades más usadas por los ladrones para venderlos es el gemeleo, una técnica en la que la placa del vehículo robado es reemplazada o clonada por la de un vehículo de la misma marca, modelo y color; por eso, en el proceso de compraventa, el auto o moto robados pasan desapercibidos, pues de acuerdo con la documentación el vehículo efectivamente existe. El gemeleo incluye copias del SOAT y la revisión tecnomecánica. Las autoridades recomiendan realizar un examen en la Sijín de Ciudad Córdoba cuando se negocie una moto usada para evitar caer en la compra de un bien hurtado. La Dijin verifica antecedentes del vehículo, y el número de motor y chasis, que son más difíciles de clonar.

La película

Se ha vuelto repetitivo encontrar videos en redes sociales en los que empresas dedicadas a la venta de GPS para vehículos se encargan de recuperar motos hurtadas. Un pequeño dispositivo de rastreo satelital es instalado en la moto. Éste, funcionando en todo momento, se encarga de indicar al propietario en qué punto exacto del mapa se encuentra su motocicleta en caso de hurto. Ante la inseguridad, una nueva oportunidad de emprender surge en Cali. La cantidad de empresas dedicadas a este negocio no para de crecer, y los videos subidos a Instagram con los que ofrecen sus servicios parecen de película: un trabajador de la empresa de rastreo es notificado de robo por parte de uno de los clientes que paga su servicio de localización; éste se contacta con la policía y acuden al heroíco rescate de la moto, que se encuentra en algún recóndito lugar de la ciudad esperando para ser desvalijada y comercializada por piezas. Las motos con mayor suerte son recuperadas por sus propietarios. Las otras, sólo existen en el recuerdo.

Figura 8. Modelos de motos más robados. Ilustración por Juan Pablo Laguna

En la gráfica anterior, los 7 modelos de motocicletas más robadas durante los primeros seis meses del 2021. Honda, AKT y Yamaha son las marcas más robadas. Algunos de estos modelos hacen parte de la lista de las motos más vendidas durante el año por su bajo cilindraje y costo. Las motos robadas se venden completas o por partes. La AKT NKDR 125 y AKT NKDR-D 125, la segunda y tercera marca de motos más robadas, tienen diferencias técnicas menores. Si las sumamos, las AKT NKDR 125  son las más apetecidas por los ladrones. En Cali fueron hurtadas 113. Lo mismo pasa con el modelo Yahama Crypton 115: 82 fueron robadas en el primer semestre de 2021. Es pertinente mencionar que la AKT NKD fue el segundo modelo de moto más vendido en todo el 2021: 36.323 ejemplares en todo el año. ¿A qué responderá, entonces, la relación entre robo y comercialización?

El horario en el que más se robaron motocicletas en el primer semestre del 2021 fue entre las 7:00 pm y las 10:00 pm. Tan solo en ese horario se hurtaron 345 de 1510 motos. Es decir, dos de cada diez motos se roban durante esas tres horas de la noche.

Cali no es la sucursal del cielo

Tras analizar las cifras, cinco de los siete delitos crecieron en  2021, excepto los delitos sexuales y el hurto a residencias. Luego de una cuarentena extensa y restricciones en la mayoría de las actividades, era de esperarse que en Cali la actividad delincuencial disminuyera. Por contraste, era predecible que en el 2021, luego de un tiempo de encierro, volviera a crecer. La ciudadanía, en medio del temor a la infección del coronavirus que es tan peligroso como la inseguridad de Cali, se protegió como pudo. Los registros de la Policía Nacional, pueden presentar un subregistro de delitos, incluidos los sexuales. El temor de las víctimas a interponer denuncias o el desánimo ante procesos que marchan lentos o son dispendiosos y no llegan a nada, acentúan el drama:  Cali no es la sucursal del cielo. Te roban y matan en cualquier momento, aunque la ciudad parezca una fiesta.

No mucho ha cambiado en Cali entre el 2019 y 2021. En el 2020 el crimen entró en una pausa moderada, debido al coronavirus. En la actualidad, las cifras de delitos en la ciudad parecen no empeorar, pero claramente están lejos de mejorar. A juzgar por los datos, es una utopía soñar con una ciudad en que las tasas de criminalidad sean mínimas.

Sin embargo, hay algunas esperanza. Desde el año 2000 viene cayendo de manera sostenida la tasa de homicidios en la ciudad. Ese año hubo 97 homicidios por cada 100 mil habitantes. En 2005, 88 por cada 100 mil. En 2010, 71. En 2015, 57.  Y en 2019, 45 por cada 100 mil habitantes.  En 2021, 54. Y en 2022, 37,2 por cada 100 mil habitantes, la más baja en casi 40 años.

Pero el pánico de los ciudadanos persiste y parece aumentar con los días. Una vez pones  un pie fuera de casa, hay miedo a ser atacado, robado, violentado sexualmente. Pero tampoco la casa es segura. En casa se abusa y se violenta. Cada página local de noticias puede fácilmente subir 5 o 6 videos diarios captados por cámaras de seguridad a sus redes sociales. Se multiplican, como en un caleidoscopio, los momentos de zozobra que los caleños deben sortear cada día.

¿Qué ha pasado en la ciudad en  2022 y 2023? ¿Qué será de la ciudad en los próximos cuatro o cinco años? No podemos saberlo, pero es posible hacer algunas aproximaciones. Realizar un nuevo trabajo de recopilación de información con base en los datos disponibles es necesario, pero yendo más allá de las cifras e intentando comprender el origen. El narcotráfico, la pobreza, la desigualdad han sido usados para explicar nuestra tragedia. También la impunidad judicial y la incapacidad de la ciudad para integrar a cientos de miles de excluidos. Este cielomerece ser explorado, auscultado, indagado. Este cielo es muy distinto al que cada día celebran las canciones de salsa mientras un presentador o presentadora de noticias sonríe en grande  y habla de las maravillas de la ciudad. Este cielo es rojo y negro. No es azul. Este cielo es extraño. Y ésta ciudad no es la sucursal del cielo.

*La fotografía de la portada es tomada de: https://www.pexels.com/es-es/foto/punto-de-referencia-colina-estatua-monumento-11815582/